En un contexto marcado por la desinformación, la crisis de confianza en las instituciones y el auge de los populismos, la transparencia se ha convertido en un pilar fundamental para la buena gobernanza. No es simplemente un derecho ciudadano, sino una herramienta estratégica que fortalece la reputación institucional, impulsa la participación y legitima las decisiones públicas.
Según el informe del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG), la ciudadanía percibe la transparencia como un factor que mejora sustancialmente la confianza en las instituciones. Más del 90% de los encuestados considera que la transparencia favorece la rendición de cuentas y la calidad democrática. Este dato no es menor: en tiempos donde la percepción de corrupción continúa siendo elevada en España, las instituciones que apuestan por la transparencia tienen una ventaja competitiva en términos de reputación pública.
✔️ Beneficios de la transparencia según la encuesta del CTBG
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✅ Refuerza la confianza ciudadana.
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✅ Mejora la rendición de cuentas.
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✅ Contribuye a la prevención de la corrupción.
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✅ Incrementa la calidad de los servicios públicos.
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✅ Fortalece la calidad democrática.
Este panorama refuerza una idea clave: la transparencia no solo es un mecanismo legal, sino un activo reputacional. Es una forma de construir legitimidad social.
🔍 Transparencia y legitimidad: una relación directa
Una institución transparente no solo informa, sino que genera confianza al permitir que los ciudadanos comprendan cómo se toman las decisiones, en qué se gastan los recursos públicos y cuáles son los resultados de las políticas aplicadas. Esta apertura refuerza la percepción de justicia, equidad y compromiso con el bien común.
Sin embargo, no basta con publicar datos. La legitimidad no se logra simplemente abriendo portales o generando documentos. Es necesario que la información sea:
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Accesible: clara, sencilla y bien estructurada.
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Comprensible: evitando tecnicismos y facilitando la interpretación.
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Relevante: que responda a los intereses y necesidades de la ciudadanía.
Cuando esto no ocurre, la transparencia puede incluso volverse en contra: la publicación de datos opacos, incompletos o poco claros genera desconfianza y daña la reputación de la institución.
🚩 Un desafío estratégico para la administración pública
En este escenario, la transparencia debe dejar de entenderse como un mero trámite normativo y pasar a ocupar un rol central en las estrategias de comunicación, reputación y marketing institucional.
La transparencia no es solo publicar datos. Es comunicar, contextualizar y rendir cuentas. Es el camino hacia una administración más legítima, más cercana y más democrática🎯
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